Por FRANK PADRÓN
Ricardo, un caprichoso y majadero padre italiano de hija que partió casi adolescente desde su aldea natal a la cosmopolita Barcelona huyendo precisamente de las tiranías y las tiranteces familiares, le ve llegar un buen (o quizá muy mal) día, en que éste inevitablemente (y a pesar de que ella hace todo lo posible por que ello no ocurra) se entera de su verdadera orientación sexual: Aurora tiene una familia pero nada convencional, vive maritalmente con otra mujer (una bailarina de flamenco) y los hijos de ella… Huyendo justamente de otro padre “atravesado” (el ex de la española, que pretende quitarle a la hija), las mujeres viajan al pueblecito natal, y entonces ahí, claro, empiezan los conflictos. O continúan, se multiplican y agudizan los ya iniciados desde que el padre sorprende a las enamoradas en una muy tierna escena íntima…
El padre de las esposas , propuesta del Cine Club “Diferente” (CENESEX-ICAIC) para este mes, es una cinta italiana que filmó en 2006 Ludovico Gasparini, un realizador de cine y TV a quien debemos títulos muy bien recibidos por crítica y público tales Don Bosco (2004), Soraya (2003), Lourdes (1999)…
En puridad, no estamos ante una cinta más sobre lesbianismo desde la perspectiva ligera que implica la comedia; de hecho, el tema aún más general en que se inserta éste (el derecho inalienable a la libre elección en cualquier aspecto de la vida por encima de prejuicios familiares y sociales) se aborda de una manera bastante seria, sin que el género implique frivolidad o superficialidad en el enfoque; pero lo mejor de todo es que no se trata ni con mucho de una simple defensa de la orientación sexual desarrollada y realizada a contrapelo, sino una también muy disfrutable comedia costumbrista, de las muchas que nos ha dado el cine: esos “pueblos chiquitos, infiernos grandes” que el checo Jiri Ménzel, el manchego Almodóvar, el norteamericano Mark Robson y tantos notables colegas suyos nos han recreado magistralmente desde que el cine es cine.
El padre…se suma con estimable decoro a la zaga, mientras con fluidez narrativa, diálogos y situaciones ingeniosas más una puesta en pantalla nada extraordinaria pero tampoco reprochable, defiende la posibilidad absoluta de encontrar la felicidad desde cualquier enlace y relación; incluso, por contraste asistiremos a los sentimientos auténticos y sólidos que sostienen la relación lésbica, contra la hipocresía heterosocial basada sólo sobre convenciones que rige otras parejas en la aldea.
Es cierto que asistimos dentro de la historia a ciertos giros melodramáticos, incluso telenoveleros, que algunas soluciones dramáticas se antojan previsibles y hasta un tanto forzadas, pero ello no obsta para un desarrollo dinámico, un crescendo atinado y por tanto, un resultado feliz desde el punto de vista (también) fílmico.
El padre…cuenta con una singular paridad entre ficción y “vida real”: progenitor e hija en el filme lo son de veras; pero lo mejor es que Lino y Rosanna Banfi se desempeñan con suficientes naturalidad y convicción junto al resto del elenco, quienes corresponden con sutileza y convicción a lo bien diseñado de sus personajes: la cónyuge catalana, amorosa y desafiante; la tía iletrada pero sensible, el alcalde corrupto y los muchos tipos pueblerinos que se han conformado con suficiente conocimiento de causa y entereza dramática (sin que olvidemos, claro, el género dentro del cual se enmarca el filme) como para llenar con simpatía e ingenio roles, motivos y accidentes dentro de este filme que una vez más defiende la legitimidad, autenticidad y belleza de cualquier tipo de relación, al margen de su signo, siempre que las mismas se basan en la comprensión mutua y el amor.
Muy bien, por demás, que contra los presupuestos y lugares comunes del canon hollywoodense, asistamos a otro tipo de heroínas: esta vez son ellas y sólo ellas quienes marcan los derroteros de la historia, no son “salvadas” por ningún galán sino que llevan las riendas del relato, y ya verán con qué empuje , protagonismo y certeza, lo consiguen.